II.9 Tarrega/Teracha = ¿Layana-Sádaba?                                                 (pp. 52-53)
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A. Schulten (RE IV A, 2403) la consideraba de situación desconocida. Y se ha colocado en Larraga, junto al Arga (Ceán, 1832: 149 y K. Müller, 191a), y con dudas en Tárrega de Lérida (por A. Tovar, 1989: C‑520), ambas localizaciones muy improbables. La primera por su lejanía de Seglam/Segia, la ciudad de referencia fija en la ubicación de Teracha en el Ravenate, y la segunda por la misma causa y porque no es vascona. Más recientemente se ha llevado a Los Bañales de Uncastillo (Z.) (Peréx, 1986: 228). No sabemos si esta ciudad sería o no la federada del convento cesaraugustano que cita Plinio en III, 3, 24, con las variantes manuscritas tarracenses/tarragenses, pero es posible.

Desde mi forma de analizar el territorio ptolemaico, Tarraga resulta ser la ciudad más oriental de los vascones, al NE de Segia y Alauona. Como he mostrado al tratar más arriba del límite oriental vascón en relación con el culto del toro, ésta sería Farasdués. A este propósito, es muy significativo recordar que en el repertorio de caminos de Pedro Juan Villuga (1546/1967: s.p.), del siglo XVI, así como el de A. de Meneses (1576/1976: «XXXI», s.v.), la ruta que siguen desde Pamplona hacia Monzón de Huesca es: Tievas ‑Artederreta («Arte de Reta»)-Barásoain(«Varasunay»)-Tafalla‑Olite‑Beyre‑Murillo (Morielo)- Carcastillo‑Sádaba‑Biota-Farasdués‑Erla, en el límite vascón (cf. supra), llegando ya al río Gállego por «Marcos»/Marracos. De esta ruta, que pasaría también por Luna, hoy no se conserva ninguna carretera moderna, siquiera secundaría, en los mapas corrientes, como tampoco del tramo Erla/Marcos (Marracos). Y, sin embargo, estaba en uso en el siglo XVI y parece que pudiera co­rresponder a la más antigua y más corta hacia Caesaraugusta, al menos hasta Layana‑Sádaba precisamente.

Por ello, y porque en Farasdués no hay indicios significativos de ciudad, al menos por el momento, debemos preferir el amplio conjunto Layana-Sádaba, debido a que está al pie de la via Augusta y entre Seglam/Segia y Carta/Cara, tal como ubica Teracha el Ravenate. Le conviene también lo antes dicho a propósito de la vía Santacara‑Erla, y se cuentan además un miliario en cada término. El tramo Sora de Ejea‑Ejea‑Sádaba‑Castiliscar se comprende expre-samente mediante cinco miliarios, tres augusteos y dos tiberianos (Lostal Pros, 1992: 241­243), que muestran que ésta fue la ruta que ambos emperadores consideraron de interés para el acceso, a través de Cara (con otros dos miliarios más de Tiberio), hacia Pamplona, Oiarso y Aquitania‑Burdeos, tal como indica Estrabón, de ahí la propiedad del término de via Augusta, que ya usó Lostal. Por lo tanto, hemos de contar con un núcleo urbano prontamente desarrollado, que se demuestra a través de distintos e interesantes hallazgos arqueológicos (Peréx, ibid., sumando los de Los Bañales). Tampoco se cuenta con material epigráfico significativo a efectos de su denominación. Predominan en su territorio, como en el de Farasdués, los amplios pastos y las numerosas vacadas. No obstante, en la fig. 12, en la que traslado la propuesta previa de la fig. 9 tal como queda después de todas estas reducciones, dejo sugerida con líneas discontinuas una «segunda hipótesis» para este quinto conjunto, que llevaría Ergavica y Tarraga a Arguedas y Farasdués respectivamente. Pero, como dije bajo el número anterior, aunque resulta más parecida a la de Ptolomeo (fig. 9), tiene menos posibilidades de confirmarse, debido a la bastante precisa ubicación que da el Ravenate para su Erguti

Magallón, 1987: 151, 153, también con las referencias; duda entre Los Bañales y Larraga.

La única diferencia entre ellos, aparte de las ortográficas, es que Villuga omite el paso (obligado) por Biota, antes de Farasdués.

No se conoce muy bien la zona a partir de Sádaba‑Farasdués (a excepción del hallazgo de las aras taurobólicas del Corral Viejo de Moncho y algún otro) ni ha aparecido, hasta donde sé, ningún miliario de este tramo concreto. Lostal Pros (1980: 65) menciona sólo un yacimiento, próximo a la ermita de San Jorge, que parece de una villa, con crono-logía de los siglos I-II d.C. De ahí que sea más difícil postular aquí una ciudad. Cf. Arqueología, 1992: 228, para el yacimiento del Cantal de la Higuera. El término «cantal» vuelve a referirse a un límite.

Madoz, 1849: t. IV, p. 23. s.v. «Bárdenas de Sádaba», señala en ellas «abundantes pastos para numerosos rebaños de ganado lanar, y grandes vacadas que dan muy buenos toros para las plazas... esparto y arbustos... » (cf. supra. parte I).