Autores antiguos propusieron
para esta ciudad, por la simple homonimia, lugares como Cornago, Cornaba,
Cornava y Cornoino, donde, sin embargo, como ya señaló Tovar (1989:
C‑512) no hay restos arqueológicos; a causa de Ptolomeo, Mª J. Peréx
(1986‑ 147) la lleva «al oeste vascón, en la margen derecha del curso
inferior del Ega y cerca del territorio de los várdulos».
En trabajo en prensa (Canto‑Iniesta‑Ayerra,
1997), al dar a conocer tres estelas funerarias, de Tafalla, Olite y
Pueyo (ésta con los cognomina Cornutus y Cornutinus), y
algunos restos romanos recientemente conocidos, ya hemos apuntado la
posibilidad de que Curnonion fuera el nombre antiguo de la
capital de la Navarra Media, Tafalla. Ubicada en el cruce viario (ibid.)
entre la calzada Cara/Pompaelo desde el S (en la misma
directa ruta que por Tudela cruza hoy el Ebro), y la que, procedente de
la Jaca oscense, viene desde el Este atravesando la mediana navarra, con
miliarios en Undués de Lerga, Javier, Eslava y Artajona. A su ubicación
privilegiada, en el piedemonte tafallés como enlace con Pamplona, hay
que añadir incipientemente conocidos restos romanos, hallazgos monetales
indígenas (especialmente de Bascunes) y un epígrafe perdido
(Gimeno, 1989: 235 ss.). Su posición como capital económica de la
Navarra Media ha perdurado siglos y ello hace suponer que, por mal
conocido y estudiado que sea aún, su hábitat romano hubo de tener
parecida relevancia. No me parece indicio de menor cuantía el que, al
ser tomada por los árabes en la campaña de Pamplona del año 923‑924
d.C., diga Arib ben Sa’id (Castilla, 1992: 181) que hisn Tafaliya
era «una de las más importantes plazas del enemigo», y que pudieron
saquear en ella «inmensas cantidades de víveres y recursos». Los textos
relativos a esta sobreabundancia y comodidad de la ciudad se repiten en
los autores posteriores. Al final de la calzada sobre la que está
Tafalla, en Burdigala (Burdeos), se documenta un único
Curnoniensis. Y en el citado epígrafe, perdido, de su fortaleza,
con toda la dificultad de la transmisión del texto, la línea 1 reza
ACÍRSENIO CVR, marcando en el manuscrito el hueco entre ambas
palabras. Quizá no sería muy arriesgado proponer Cur(noniensi).
Si se confirmara este origónimo con la reaparición de la pieza,
tendríamos casi asegurado el nombre antiguo de Tafalla.
Me parece por fin muy
interesante otro dato: En la relación de los límites o corseras de la
villa (R. Ciérbide en Tafalla, 1990: 27) en época del rey Carlos
II, a fines del siglo XIV, se citan: «... de Cascallar al Molino...
deinde ad Santo Andrea... a Cornu del Vilar... a la peça los
Fraires... ». Se compone así un aceptable conjunto de indicios, no
definitivos pero sí muy sugerentes. Y, por último, no será el menor el
que en las coordenadas ptolemaicas (figs. 8, 9) Curnonion quede,
como lo está Tafalla, casi en la vertical de Pamplona.
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Véase
sólo un ejemplo en el poema del trovador tolosano Guillem d'Anelier
sobre «La Guerra de la Navarrería», a fines del siglo XIII: «E quán
él a sa guisa fo ben soyornat, anec ent Tafaila qu'es loc abastat»,
citado por J. Berruezo, en: Tafalla, 1990: 118 y passim.
CIL
XIII, 621: L. Hostilius Satur-ninus, Hispanus, Curnoniensis.
Aunque, naturalmente, puede tratarse de una mera coincidencia.
Gimeno, 1989: El msc. BN 3246‑3248 se debe según la autora quizá a P. A. Beuter,
siglos XVI‑XVII. Trata de linajes de España y, al terminar de describir
escudos familiares de Olite, inserta la copia de un epígrafe funerario
colectivo que ha visto en Tafalla:
ACÍRSENÍO CVR
TAANBASÍSÍNO
CHEROHEHELLENI
NIXXXV SOCHRE
MATO·SVO·MAÍ
ALF AN·XXXV FEAC
CILLA·FVSCINI·F
D·S·P·FC.
Cf. su n. 11 para sus vicisitudes y destrucción.
Es
más discutible pensar que tras el ‑TAANBASI que sigue, en la
compleja lín. 2, se esconde ‑NONIENSI, aunque no imposible.
Un
nombre que, por otra parte, ha dado muchos quebraderos de cabeza. En
Tafalla existe una leyenda sobre su fundación por Túbal (que incluso ha
conseguido encaramarse a su escudo) de donde vendría Tubalia.
Como patriarca de los iberos, y en relación con el hierro, lo considera
San Isidoro (Schulten, 1963: 329). Y bajo este punto de vista, por la
importancia de la explotación del hierro en la antigua Vasconia, tiene
una cierta lógica la leyenda. Es difícil su rastreo medieval. Más
oportunidad tendría el nombre actual si obedeciera a un cambio visigodo.
El único topónimo que pudiera tener un cierto parecido es Tallam,
que he encontrado en la discutidísima División de Wamba (Vázquez
de Parga, 1943: 83), en las variantes del territorio de la sede de
Pamplona: Pampilona teneat de Cobello usque Mustellam, de Lericam
(var. Loga) usque Tallam (var. Talla, Tollam)
(cf. más abajo, nota 88). Una dificultad es que en Mustella
partía el territorio con la sede de Calaurra (Calahorra: ibid.:
84), por lo que se debía haber mencionado otra vez a Tallam si
fuera Tafalla, Lerica suena a Lerga, y Mustella quizá a
Muscaria (cf. infra: Fontellas). Y la fuente es, por
supuesto, muy problemática. Por todo ello, lo más posible es que el
nombre sea árabe: al‑Tafailla, «lugar del alto», que corresponde
a su situación, puesto que aquí terminan las llanuras y comienza poco a
poco la zona montuosa. Como al‑Taffailla, aún con el artículo
árabe delante, se la menciona en un documento regio del año 1158 (Jimeno
Jurío, 1968: 114). En todo caso, parece claro que Tafalla no fue su
nombre antiguo.
No
deja de ser llamativo este viejo microtopónimo, que tanto tienta a
sobreentender «Villar del Cornu», «despoblado de Curnonio» o «del
Cuerno», y que queda pendiente de localizar e investigar con más
detalle.
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