Como más arriba apunté (en n.
37), la identificación ya casi rutinaria (Peréx Agorreta, 1986: 160;
Tovar, 1989: C‑516, entre otros muchos) de esta Iákka ptolemaica
con la Jaca de Huesca me parece imposible de compartir por tres razones:
1) La respetable distancia entre ellas. 2) No estar Jaca en el
territorio vascón sino en el propio iacetano («el más conocido de los
pueblos del valle del Ebro... hasta los alrededores de Ilerda y
Osca», al decir de Estrabón III, 4, 10). Y 3) A interponerse
entre ambos pueblos, según Plinio, los ceretanos (en este tercer sentido
ya Taracena‑Vázquez de Parga, 1946: 103). Hay que postular, pues, o dos
ciudades del mismo nombre (la actual Jaca sí correspondería a la
Pacca ravenatiana: 309, 7) o un grave error ptolemaico. Opto, pues,
por la duplicidad. Y tampoco exactamente, puesto que debemos estar
además ante un error en la transmisión del nombre mismo.
En el cuarto sector que he
sugerido (fig. 9) para analizar el confuso territorio que Ptolomeo nos
presenta, Iákka queda agrupada con tres ciudades sí bien
conocidas: Grakourís, Kalagorína y Cásconton, las
tres en la margen derecha del Ebro y posiblemente antes celtíberas. Al
NE de ellas, y en una diagonal perfecta respecto de Gracchurris,
se encuentra un interesante punto viario, Castiliscar, hoy de la
provincia de Zaragoza. Presenta ocho miliarios, el mayor número de todo
el territorio, lo que, según uno de los criterios antes expuestos,
autoriza a pensar en alguna ciudad antigua en su término, y muy
transitada.
Como en el caso de
Carcastillo, que podría proceder de un castellum Cara,
con el topónimo «Castiliscar» podríamos estar ante un castellum Iaka
o, mucho mejor aún, ante un caslellum Escar, lo que explicaría
admirablemente el nombre moderno. En los mapas del siglo XVII ya citados
aparece como «Castillescar». El nombre antiguo, fuera éste Isca,
Ipsca, Iscar o Esca/Escar, encaja muy bien
en la toponimia prerromana. Y es que, de hecho, unos 34 km al NE de
Castiliscar, se encuentra el topónimo «Escó»
y, algo más lejos, los de «Salvatierra de Escá» y el río Esca/Eska. Aún
más arriba existe el de «Burgui», otra vez en suelo navarro: Quizá el
territorio de Iskka/Ipsca fuera extenso y tuviera un oppidum y un
castellum más próximo a la vía. Otra ciudad Ipsca existe
en el sur de España, que se ha conservado igualmente en el «Cortijo de
Iscar», cerca de Castro del Río, en Córdoba. En Estrabón III, 4, 10
(distancias desde Ilerda), los msc. traen la forma Ískas,
corregida en Óskas (Osca) por Xylander (con la que
convienen las distancias).
Parece claro que la fama de
la Jaca de Huesca pudo llevar al copista de Ptolomeo (o incluso a éste
mismo, de sus informantes) a escribir aquí Iakka por Iska.
Incluso la confusión entre las letras alfa y sigma interna griegas no es
tan difícil. Obsérvese, por último, que, en las coordenadas ptolemaicas,
una vez producido, como propuse al principio, el necesario
desplazamiento del grupo inferior hacia el Este (debido, como dije
antes, a la ubicación real de Ségia y Alauóna) (figs. 9 y
12) Iákka/Iska nos viene a quedar casi exactamente al N de
Tarraga y al NO de Ségia y Alauóna, como
Castiliscar queda en realidad con respecto a Layana‑Sádaba, Ejea y
Alagón.
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En
una relación dúplice de ciudad llana y altura fuerte, como se da también
entre Sangüesa y Rocaforte. Con respecto a Carcastillo, resulta curioso
que el epígrafe que ha proporcionado el origónimo k(a)re(n)sis,
la estupenda estela fúnebre de Porcio Félix (CIL II, 2962 =
Castillo et al., 1981: nº 39; aquí fig. 2), justamente no
procede de Santacara, donde se excava lo que se cree Cara, sino
de Carcastillo.
Escó (La Romana) está documen-tado como yacimiento romano en tierras
aragonesas. Parecido es Escatrón (Cabezo de Muel), aunque ya más lejos y
al Sur (Martín Bueno, 1977: 47 y 69‑70: Arqueología, 1992: 223).
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