Queda, por último, el caso de
Bascunes/Barscunes,
conocida hasta ahora sólo por sus amonedaciones del grupo navarro, con
sus característicos reversos de jinete con espada. Como ya dije, los
mayores lotes de monedas con procedencia de este letrero indígena son de
Alagón y de Tafalla (cf. supra), mientras que aparecidas
en Pamplona, la capital de los vascones, sólo contamos con tres. Pero
bien puede ser una circunstancia accidental y no concluyente, puesto que
Alagón es Alauo y hemos propuesto Curnonion para Tafalla.
El parecido de Bascunes
con Vascones, a pesar de la vacilación b/v, resulta tan atractivo
que resulta difícil no aceptar que fuera el nombre anterior de
Pompaelo, pues éste no podía ser el indígena
y, como bien da a entender Estrabón (III, 4, 10), ella era «la ciudad de
los vascones». Encontré también en este mismo sentido una noticia
interesante de ibn Hayyan (1981: 150), en la famosa aceifa de Pamplona,
del año 924: An-Nasir llegó por fin a devastar la ciudad de Banbaluna,
la cual «da nombre a la región». Como no tenemos constancia para el país
de un nombre similar a Pompaelonia,
cabe pensar que éste al que se refiere Hayyan fuera Bascones/Vasconia.
Hay, por tanto, algunos indicios en favor de Pamplona.
Pero una segunda alternativa
mejor, para la que he encontrado también elementos, la representaría el
actual Rocaforte, con su dios Peremusta, «el más alto». Rocafort
se ubicaba defendiendo el llamado en época medieval «paso de los
Vascones», ruta obligada para el acceso desde el SE a Pamplona y el
saltus, una vez pasada Sangüesa. En efecto, el mismo Ibn-Hayyan
(1981: 149), en la ocasión recién referida, llama al paso por el que an-Nasir
penetra hacia Lunbira (Lumbier) y Pamplona, el «Fayy al-Baskuns»,
«el desfiladero o paso de los Vascones», y a la población junto a él, «Baskunsa».
Unos autores interpretan que ésta, patria del rey Sancho, es Sangüesa
y otros que Rocaforte (ibn Hayyan, 1981: 146). Pero como ibn Hayyan la
llama «aldea», y los árabes ya habían superado el paso, encontrándose en
«altos montes y solitarias cimas», creo más posible que se refiera a
Rocaforte. Así, Bascunes se encontraría en el punto de control y
acceso al corazón del territorio vascón. De las dos hipótesis posibles
es ésta, sinceramente, la que más me convence, debido sobre todo a la
denominación árabe de Rocaforte-Sangüesa como Baskunsa, que no
puede ser más expresiva de su posible nombre anterior: Vascones.
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Sobre
esta ceca v. por último Víllaronga, 1995: passim y espec.
98-99. La conocida vacilación Basc-/Barsc- debería
resolverse en favor de la primera, a la vista de teónimos como el
hallado en Aquitania: Deo Bascei Andosso (a otro propósito citado
por Gorrochategui- Lakarra. 1996: 120).
No
deja de resultar extraño, sin embargo, que se cambiara el nombre a una
ciudad indígena relevante, porque no encaja con la política habitual
romana de denominación de ciudades que no se erigían ex novo,
como parece ésta. Y me parece igualmente raro que se permitiera memoria
tan notable del peor enemigo de César. No es éste el lugar para
tratarlo, pero Estrabón (III. 4. 10), la única fuente, no aclara qué
Pompeyo es el fundador de Pamplona. Personalmente, dudo mucho que
Pompeyo el Grande con todo su imperium fundara una ciudad con su
propio nombre que en el año 57 d.C. aún se denomina civitas (CIL
II 2958) y en época de Vespasiano sigue siendo estipendiaria (Plinio III.
4. 24). Se podría defender acaso algún tipo de preterición estatutaria
por causa de su origen, pero también se me ocurre que no se debería
descartar como fundador algún Pompeyo anterior, como el primer cónsul de
la familia, Cn. Pompeius, que en 141 a.C. pacta un foedus
inconcluso con los numantinos (Liv., Epit. 54, i. a.);
o incluso que fuera el padre del Magno. Cn. Pompeius Strabo,
el autor del licenciamiento de la turma Salluitana. Sobre él, Fr.
Miltner en RE. XXI.2. col. 2254 ss: No sabemos casi nada de su
actividad entre el 93 (en que es pretor con su padre, en Macedonia) y el
90 a.C., en que aparece ya comandando una de las legiones del norte de
Italia. Se duda si pudo administrar Sicilia en estos tres años, pero
quizá tuvo algún destino desconocido en la Citerior. Y está claro que la
turma Salluitana de la guerra del 90-89 a.C. se había reclutado
antes, entre ciudades ya con cierto nivel de fidelidad, incluidas varias
vasconas. Sin ir más lejos, el pacto de hospitalidad citado (II 2958)
que los pompelonenses suscriben en el 57 d.C., es una renovatio
(por tanto de un pacto ya antiguo) con un L. Pompeius
Primianus (no Cnaeus, Caius ni Sextus), a
primera vista de Caesaraugusta, a juzgar por su tribu Aniensis
(aunque uno de los legados, no sabemos si pompelonés, sí es Sextus, y
además Nepos). Parecen quedar, en torno al fundador de Pamplona, algunos
interrogantes...
Salvo
que se esté refiriendo sólo a la cuenca de Pamplona, pero no lo creo.
Vetus
Sancosa, es decir, la vieja Sangüesa, llamaba Ceán Bermúdez
(1832: 153) a Rocaforte (el Rocafort de los mapas del XVII), recogiendo
viejas tradiciones del pueblo. Según otros, se llamó Suessa (Fatás,
1971: 119). Pero Sangüesa es posterior a Rocaforte, que parece su núcleo
primitivo. De hecho, aquélla es muy citada en documentos medievales
(Corona, 1947: 113-114), sobre todo como Sangossa (var. Sancuesa.
Sanchuesa, Sanguessa y Sanguossa), mientras que no se cita ya en ellos
la fortaleza de Rocafort.
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